30/8/06

¿Jugando a los dados, o no?

Quizá les sea conocido, quizá no. El Go es un juego de origen chino de carácter estratégico que cuenta con un tablero marcado con una retícula de 19 x 19 líneas y piezas negras y blancas llamadas "piedras". Este tablero representaría el territorio que los jugadores deberán compartir durante su batalla. El juego consiste en ir encerrando las "piedras" del contrincante hasta convertirlas en esclavas.
Hecha ya la pequeña explicación del juego paso a lo que me concierne.
El otro día estábamos viendo "Pi" (3.14159265) de Darren Aronofsky; una película que habla de que todo - absolutamente todo - en el universo, puede ser representado a través de números. No obstante esto, nos presentan la siguiente teoría: existen patrones previos a todo lo conocido, ergo, nada es azaroso.
No conformes aún:
"El tablero del Go es el universo en sus comienzos, que por supuesto, se encuentra vacío. Una vez que las piedras empiezan a abarcar terreno (los seres, las ideas, los avances), los últimos movimientos se tornan predecibles gracias al conjunto de movimientos anteriores que han ido conformando una serie de reglas técnicas que funcionan como base para la siguiente acción. Lo mismo pasa con nosotros. Llegaremos a un punto en donde la verdad se presentará absoluta (Dios) y será el fin del juego."

Creo que no estamos muy lejos, hace un tiempo leí "Gog" de Giovanni Papini y hubo un texto que me llamó fuertemente la atención:
Nada es mío
"Aún en la soledad perfecta me siento, con espanto, átomo de un monte, célula de una colonia, gota de un mar. En mi espíritu y en mi carne hay la herencia de los muertos; mi pensamiento es deudor de los difuntos y de los vivientes; mi conducta está guiada, aún contra mi voluntad, por seres que no conozco o que desprecio (...) Me veo obligado a hablar una lengua que no he inventado yo mismo; y los que han venido antes me imponen, sin que me dé cuenta, sus gustos, sus sentimientos y sus prejuicios (...) Cada idea es un eco, cada acto un plagio (...) ¿Y la única cosa que creemos verdaderamente nuestra - el Yo - es, tal vez, como todo lo demás, un simple reflejo, una alucinación del orgullo?"

Los viejos pensadores ya se han ocupado de hacer todo, lo único que hacemos nosotros es repetir.

7 comentarios:

Pesimista Necesario dijo...

A menos que alguien me fundamente con la teoría de Khun.

nolugareña dijo...

Por suerte existe la interpretación, creadora de nuevas realidades.

Henrieta R. Hipo dijo...

¿Es el mismo que juega John Nash con el otro en Una Mente Brillante, no?

Pesimista Necesario dijo...

Nolugareña: Es verdad, aunque se trate nada más de un subjetivismo expandido.

Jes: Exacto.

Anónimo dijo...

Me gustó la peli, aunque no comparta la concepción tan optimista de la matemática como modelo (creado por el hombre, claro está) que pueda explicar TODO. Creo que por momentos se toma pequeñas libertades en los argumentos para causar cierto efecto en el espectador, como por ejemplo cuando dice que las partidas de go son siempre distintas e infinitas. Claro está que es muy dificil que se repitan y que son realmente muchísimas las combinaciones posibles, pero no son infinitas.
Me gustó mucho la cita de Papini. Es una mejor manera de explicar la misma idea o una muy parecida.
A todos aquellos que queremos creer que creamos algo y que hacemos de la creación algo central en nuestra vida (dentro de lo posible siempre), es un pensamiento bastante recurrente. A veces puede ser desalentador, pero después de meditar un rato, se le puede ver una cara de consuelo.

Zoimanzanita dijo...

La pelí estuvo bueno.
Che, igualmente el otro día que me deprimí feo "Los viejos pensadores ya se han ocupado de hacer todo, lo único que hacemos nosotros es repetir." esa fue una de las causas mayores O.o
Maaal! Un beso.

Anónimo dijo...

Le parece que en el momento donde la verdad se presente absoluta será el fin? Yo creo que no, si seguimos a Kuhn como usted bien lo cita, en ese momento estaremos guiados por un paradigma, lo que no significa que el mismo en algún momento pueda alterarse, siendo interrumpido por anomalías que antecedan a una crisis, donde dicha verdad, que pretendíase absoluta, en un momento determinado será reemplazada por una nueva concepción.